Litto Nebbia:
Bob Dylan es alguien que uno quiere y comprende desde siempre. Un viajero, un hombre de la ruta, esencialmente un songwriter, un verdadero compositor. Sin ser virtuoso en ningún instrumento, sabe el papel que debe cumplir cada uno para proteger la canción. Es alguien que fue creciendo con uno a través del tiempo. Como cantante, como autor, como productor, inclusive. Esta última etapa lo encuentra en su mejor forma: para mí, con uno de los mejores grupos con que ha tocado, y sus canciones de siempre, remozadas, que parecen más frescas que nunca.
La huella que marca y deja Dylan es, más que nada, su formato conceptual. No es que haya tipos que copien la manera de tocar o escribir de Dylan. Es su personalidad y su marca en la escena, la que lleva gran parte de la corriente adelante.
Siempre se lo consideró como un avanzado en las letras de canciones, pero si uno revisa su composición, sus canciones tienen una belleza y madurez increíbles. Quizá no te das cuenta de la importancia musical de muchas de sus canciones, porque él siempre es fiel a su estilo, las interpreta o graba de una manera desarropada, sin mayor preocupación en refinamiento de arreglos. Pero hay que prestar atención a una serie de cancioines de Dylan, que tomadas por otros intérpretes, arregladas a su manera, muestran la riqueza de posibilidades que esas canciones tienen, justamente porque la estructura melódica y rítmica es muy, muy sólida.
Aquí va una pequeña lista de ellas:
-“Mighty Quinn”, por el grupo inglés Manfred Mann
-También por Manfred Mann: “Just Like a woman” y “If you gotta go, go now”
“Mr. Tambourine Man”, por The Byrds
“These whells of fire”, por Brian Auger y Julie Driscoll
“All along the watch tower”, por Jimi Hendrix
De sus discos, siempre hay algo que me gusta de todos, pero elegiría como uno bien completo, Highway 61 Revisited. Por un lado, porque incluye “Like a Rolling Stone”, y también porque está esa banda con Mike Bloomfield y Al Kooper, entre otros. Otras canciones que adoro son ”Lay Lady Lay” o “I Want You”, entre tantas otras.
Creo que “Like a Rolling Stone” es “la canción”. Es para la época, la que abre las posibilidades a un nuevo formato de canción. Una canción donde ya no importa la duración que tenga, ni las rimas, ni las partes comunes para ese tiempo. Cuando apareció (y yo me compré el 33 simple) era imposible creer que una canción de un single durara 6 minutos. Mucho menos con un lenguaje que era una mezcla de narrativa profética con toques surrealistas….
www.melopeadiscos.com.ar
Héctor Starc:
Mi amigo Eduardo Martí, famoso fotógrafo, recibió el apodo de Dylan, pues creo que fue el primero que lo escuchó y se dejó el pelo igual que él. Yo le decía que Dylan era una mierda pero, ojo, allá por el 67. Yo no entendía las letras, pues estaban en ingles y, la verdad, no me interesaba Vietnam, porque vivía en Floresta. Con el tiempo me fui dando cuenta de que las canciones que más me gustaban de The Byrds, Jimi Hendrix y otros músicos eran de Bob Dylan. Para mí es un genial compositor, horrible intérprete, pero con una onda que muy pocos tienen. Hay que saber diferenciar el genio de un creador al intrascendente papel del intérprete, según mi opinión.
Héctor Starc fue guitarrista de Aquelarre y Tantor.
Andrea Álvarez:
No voy a aparentar nada para quedar bien porque no es mi estilo. No creo que en música exista algo que entender, lo que sí creo es que muchos piensan “me tiene que gustar sí o sí porque es grosso” y eso debe ser el “entender” del que hablan. De chiquita, era muy curiosa musicalmente, o sea que si me enteraba de que Dylan era capo ahí era donde yo apuntaba. Pero, fuera de los hits y de las hermosas letras, no era muy atractivo para mi al lado de Los Beatles, por ejemplo. "Mr. Tambourine Man" fue la primera canción que escuché en el disco (que me había comprado); Concierto para Bangladesh. En ese disco también estaba “Just like a woman” y "Blowin' in the Wind" que era es una de mis preferidas, un súper hit imposible que no te guste.
La verdad es que yo creo que no influenció en mí, aunque depende del punto de vista que se lo vea. Musicalmente, lo suyo no tiene nada que ver con lo que me gusta, me gustó y la dirección que tomó mi propia música. Pero como personaje que marca la historia del rock, sus actitudes artísticas (el video del show en que enchufa la guitarra, electrifica su música y la gente lo abuchea, lo vi mil veces) o muchas de ellas y su significado como icono, ahí sí, seguramente. No se concibe la historia del rock sin Bob Dylan, es un hecho.
Las canciones que más me gustan son “Like a Rolling Stone” y “Blowing in the wind” Tienen todo. La letra y la forma en que resuelve un mensaje de una manera aparentemente fácil pero justamente con una sencillez sofisticada, bien Dylan. No tengo un disco favorito, sino que al principio, en vinilo, los pedía prestados. Sabía que tenía que escucharlos y yo prestaba alguno mío a mis amigos intercambiando gustos. Así era como hacíamos antes.
El que sí me compré es Time out of mind que me gustó mucho.
La última vez que vino fue mi hijo y fue como ir yo en parte, pero lo que me pasa últimamente es que no me dan ganas de ir a shows. No me entusiasma nada como para impulsarme, a menos que me re inviten. Vi mucha música en vivo, muchísima pero a Dylan jamás.No es algo que me quite el sueño ir a verlo.
Registro a Dylan como alguien que a los varones de Argentina les gusta mucho. No sé si para algunos es una pose, pero a veces lo parece tipo “me tiene que gustar Dylan”. A mí como mujer, me pasa algo muy particular: es que no me termina de cerrar un artista si le huelo que con respecto a las mujeres tiene problemas. Me pasa con Bob Marley, por ejemplo. A todos les encanta, y yo misma lo considero un grosso, pero como también sé que era un golpeador machista, por ese lado no me lo banco. Y de Dylan sus mujeres decían, no que era golpeador, pero sí insoportable, machista, autoritario. ¡Y eso lo recuerdo desde muy chica! Entonces, por más que es un capo, hay algo que no puedo separar y lo llevo conmigo, afectando así mi gusto.
Una vez Herbie Hancock comparó a Dylan con Joni Mitchell diciendo que si bien son contemporáneos, aunque Dylan aparece como seis años antes, él está reconocido como un ícono de la música popular, y ella -si bien es mejor poeta, mejor cantante, guitarrista y una muy sofisticada compositora- era ninguneada históricamente por el hecho de ser mujer y, bueno, yo adoro a Dylan pero valoro artísticamente mucho más a Mitchell.
Andrea Álvarez es baterista, percusionista y profesora. Tocó con Soda Stereo, Divididos y Attaque 77, entre otros. Su último disco de estudio es "Doble A", donde contó con la participación de Ricardo Mollo y Richard Coleman.
http://www.andreaalvarez.com/
Gonzalo Aloras:
El primer vinilo suyo que escuché fue Bob Dylan at Budokan. Lo que me atrapó fue su estilo. Esto es, el modo en que “dice”. Luego comprendí que ese estilo sostenía una poesía inusual y única dentro del mundo del rock y que justamente ese sería su aporte más importante junto con sus canciones. El look Dylan y la sobriedad Dylan son dos grandes influencias para mí. Es la aristocracia del rock. Todos los que amamos el refinamiento y la aristocracia gestual, amamos a Dylan. El disco que más me gusta es Time out o mind, por la oscuridad de sus letras sobre el desamor, la vejez y el desierto moderno; producido sonoramente por Daniel Lanois, hacen una combinación tan increíble que no sólo es el disco que más me gusta de Dylan, sino de todos los que conozco.
De las canciones, la que más me gusta es “Like a rolling stone”. Es la más conocida en el mundo y eso, en este caso, habla de un tiempo que pasó pero al que no podremos evitar volver. Una canción popular que tiene semejante texto, semejante belleza, profundidad, simpleza a la vez, crítica social y clara postura política, que haya sido también un hit mundial, nos habla de que hubo una primavera en la historia del rock y que este es uno de sus himnos. Ahora nos toca a nosotros juntar fuerzas para llegar hasta la próxima primavera. A Dylan lo vi varias veces en vivo, en Buenos Aires, en Rosario y en España. Y lo volveré a ver cada vez que pueda. Hace de cada concierto un acontecimiento. NO repite. O mejor dicho, hace un uso muy creativo de la repetición. Las canciones son las mismas, pero hay una variación continua en la manera de decirlas, de modularlas, de cantarlas. Por otro lado, su gestualidad (poca por cierto) es el concierto mismo. Como si con un pequeño movimiento de pierna, nos contara todo el camino recorrido, por el mundo, por la vida, la suya, la nuestra.
Gonzalo Aloras es rosarino. Ya tiene editados tres discos de estudio. En "12", su última producción, contó con las participaciones de Luis Alberto Spinetta, Litto Nebbia, Fito Páez y Fernando Samalea. Es el guitarrista de La Luz, el grupo que acompaña a Litto Nebbia. Aloras fue guitarrista de Juanse, ex Ratones Paranoicos.
http://www.gonzaloaloras.com
Pablo Dacal:
Primero escuché las versiones de Hendrix, Caetano Veloso, Guns n Roses, Charly García. A Dylan, como decís, me era difícil escucharlo directamente, por no cazar bien el idioma y su cantar algo áspero. Creo que lo primero que me conmovió verdaderamente fue “I Want You” y “Like a Rolling Stone”. De todos modos, fui elaborando mi gusto con los años, y Bob fue creciendo dentro de la música en mi cabea cada vez más. Tengo total admiración por su capacidad de rockear al poeta romántico. Para mí, Dylan es una bisagra en el siglo, el punto en que se unen el siglo XIX con el futuro eléctrico y vertiginoso. En cuanto a discos, no lo sé, muchos me gustan y ninguno por completo. Es el recorrido de un poeta, me gusta observar la trayectoria completa. Con respecto a las canciones, al igual que en la pregunta anterior, son muchas páginas preferidas para mi. Además de las nombradas, el largo último tema de Blonde on Blonde, Is your love in vain, Sooner or later, Hurricane, Changing the Guards, y todos los clásicos -del primero al último. Y muchos más. Lo vi en Vélez y disfruté mucho, con mis padres en el campo y de parado. Tengo mucha expectativa por verlo en un teatro, ojalá que toque la guitarra y mire de frente al auditorio, tengo mucho interés por ver su performance tan sutil, sus gestos y sonrisas de viejo sabio que lo ha visto todo. Me encantaría cruzarlo por la calle en San Telmo y llevarlo a una milonga, me gustaría saber qué piensa del tango y la música criolla.
Pablo Dacal formó parte de Coki & The Killer Burritos. Luego, junto al orquestador Manuloop, fundó La Orquesta de Salón. Desde hace unos años encara su carrera solista. El año pasado editó "El Progreso", uno de los mejores discos del 2011.
http://pablodacal.bandcamp.com/
Adrián Cayetano Paoletti:
La primera vez que escuché un disco entero de Bob Dylan (en vinilo ya que fue hace veinte años) fue en la casa de Monica Vidal (cantante de Antihéroes y de El Lado Salvaje) y de Pablo Esaú (baterista de Los Piojos y baterista/cantante de Harry). Llegué a la casa de ellos y estaba Sergio Rotman (de los Fabulosos Cadillacs) escuchando no sé qué disco de Dylan. Recuerdo que Sergio estaba muy contento diciendo lo grosso que era Dylan y cómo se notaba su sonido en los discos del primer rock argentino: Sui Generis - Leon Gieco, etc.
Ese día lo que escuchaba no me gustaba para nada. Me molestaba su voz chillona y monótona como de radio spika.Dylan nunca me gustó. Ahora, a veces escucho alguna canción que me gusta, pero en general no me gusta. No te puedo hablar de su obra porque no la conozco. Sé que su fuerte son las letras, que mi ignorancia del idioma inglés me impiden apreciar. También sé que en sus comienzos tenía su discurso mucha fuerza política. Lo comparo con Donovan, del cual me encanta todo. Las canciones, como están instrumentadas, como están compuestas, las armonías, las melodías. Me gusta mucho cómo canta. Justamente lo que no me gusta de Dylan. A Dylan le falta melodía. Las canciones de Donovan están instrumentadas y arregladas de manera muy simple, pero casi perfectas. Dylan es muy lineal y monótono y siempre conservó su sonido roquero con órgano Hammond que acá todos saben imitar muy bien. En esa época Donovan era el "popero/comercial" y Dylan era el "político/comprometido". Pero yo creo que era sólo una visión típica de la época, porque Dylan era tanto o más comercial que Donovan.
Adrián Paoletti forma en 1987 Copiloto Pilato, una banda de culto y fundamental en el sur del Gran Buenos Aires. Luego comenzaría su carrera en solitario lo que lo llevó a editar, el año pasado, el gran disco Casa Rodante, acompañado de Los Acordes, su banda.
http://www.adrianpaoletti.com.ar/
José Noisé:
Como muchos otros, llegué a Dylan por otro artista. Me imagino que yo ya había escuchado “Blowin` in the wind”, pero no tengo memoria de ese momento. Sí recuerdo escuchar a Jimi Hendrix haciendo “All along the watchtower” y que me volara la cabeza mal. Había ido a una disquería de Lomas de Zamora, Don Disco, todavía existe y le pedí que me grabara lo mejor de Jimi Hendrix en un BASF de Cromo. Luego, durante una visita a la disquería del Rengo, en Lanús, mirando el vinilo de Electric Ladyland, veo que el autor de esa canción era Bob Dylan. Ahí decidí darle una chance, así que volví a Don Disco y le pedí lo mejor de Dylan. Esta vez en un Grundig de Cromo. El loco me grabó Bringing it all back home. Discazo. Gracias, Don Disco.
Estoy segurísimo que influyó mucho en mí y que, habiendo escuchado bastante su obra, tomé de su música para nutrirme. No tengo ejemplos claros de esto, pero sí te puedo decir que de a poco me fui enamorando de su música. Al principio su voz te hace tomar distancia, no es accesible al oído pop, pero luego no sólo te resulta increíble sino que te inspira a tomarlo de ejemplo. Con su forma de cantar ya te dice cosas. Creo que hasta el día de hoy el primero que escuché sigue siendo mi favorito: Bringing it all back home. El primero eléctrico, o por lo menos la cara A del vinilo. Tiene mi canción favorita de Dylan, ¨It´s all over now, Baby Blue¨. Esa canción, definitivamente, tiene todo, la melodía es gloriosa; creo que en el disco, la forma en que canta la letra, le proyecta una intensidad fantástica. La letra en sí es simple pero efectiva. Para un chico de 17 años leer:
"The lover who just walked out your door
Has taken all his blankets from the floor
The carpet, too, is moving under you
And it’s all over now, Baby Blue"
en el momento en que se separa de su primera novia es muy fuerte y te queda grabado para siempre. Todavía no lo vi en vivo. Estoy contento que puedo ir a verlo ahora y de la forma que yo siempre soñé, en un teatro con buena acústica. Estoy seguro que va a ser increíble. Un momento histórico.
José Noisé es el cantante y guitarrista de Sub, una banda de Remedios de Escalada que abreva tanto de Guided by Voices como de Pixies y Yo La Tengo. Han editado "No desaparecer", un gran disco guitarrero y espacial.
Ramiro García Morete:
Creo que su encanto reside no tanto en el tiempo que requiere entenderlo, sino en que uno puede entenderlo de varias formas distintas a través de tiempo. La primera vez me sentí atraído por todo: la voz, el sonido, la melodía. Me refiero, por supuesto, a esas primeras canciones acústicas y súper clásicas (“It ain´t me babe”, “Blowin in the wind”) que pude escuchar azarosamente. El primer disco que conseguí fue el primer Greatest Hits (que hace poco compré en vinilo), al que se le sumaban temas eléctricos. Yo era chico, no poseía los prejuicios de sus contemporáneos y me fascinó de igual manera. Lo genial es que si bien yo ya tenía afición por la escritura y me esforcé por conseguir en unas revistas viejas algunas traducciones, nunca lo vi como un “poeta” o sólo eso. Sigo sosteniendo que la clave de Dylan no está en lo que dice, sino en lo que no dice.
A la par que conseguí mi primera guitarra, compré un soporte para armónica (que yo ya tocaba con algún cierto dominio): eso responde bastante. Mas allá de las cuestiones melódicas, inflexiones vocales o estructuras compositivas (a veces creo que en ese sentido, le robo más a Lennon), creo que la palabra influencia adquiere su más amplia acepción en su caso. Porque artistas como Dylan no son un espejo sino una plataforma: desde allí llegás a Whitman, a Picasso, a Robert Johnson, a La Biblia, a Rimbaud y las infinitas redes que lo atraviesan. Es un punto de inicio, no uno de llegada. Es un lenguaje, un universo. Pero su mayor aporte-como sucede con Miles, por ejemplo- es su don´t look back, su incomplacencia, su capacidad de cambiar y hacer lo que se le da la gana. Desde su voz hasta su comportamiento, Dylan jamás es complaciente ni accesible, pero sin embargo es mucho más cautivante y perdurable. Por algo Chuck Berry lo definió como la gran bestia del rock and roll.
Difícil, porque hay un Dylan para cada momento o sensación de tu vida. No puedo escuchar Blood on the tracks sin que me dé escalofríos: es tan puro, tan honesto… Pero asumo que Blonde on blonde es insuperable. Es imposible responder sobre cuál es su mejor canción. Me presto al juego y te digo que "Sad Eyed Lady of Lowlands" produce en mí un efecto hipnótico: es entre épica y surrealista, bella y espontánea. Fue grabada en una sola toma…extraordinario. Dura once minutos y por mi, podría durar una vida.
La ciencia podrá explicar el Big Bang, pero jamás porqué no fui a Vélez. Es cierto que no tenía plata.... pero no es excusa. Algo inexplicable me pasó. De todos modos, no me arrepiento tampoco. Ese viejo hosco me tiene sin cuidado. Por eso, aunque tenga fila 8 para el Rex, no tengo expectativas: en definitiva, otra vez va a hacer lo que se le dé la gana.
Ramiro es el cantante de Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete, una banda que explora la canción tradicional (mediante la influencia de Bob Dylan, Wilco y Andrés Calamaro). En marzo de este año, lanzó a través de su bandcamp, su primer disco solista: El olor de la sangre.
http://misterelolordelasangre.bandcamp.com/album/el-olor-de-la-sangre
http://miroysufabulosaorquestadejuguete1.bandcamp.com/album/los-caminos
Fede Kempff:
Bob Dylan me influyó y me sigue influyendo. El tipo de melodías, de canciones, el plano de las guitarras acústicas; los tipos de temas, ya sean folk rock o country, todo el tiempo me influyen. Y qué decir de sus letras. El disco que más me gusta es Blood on the tracks, creo. Es muy difícil elegir. Me gusta lo descarnado que es el disco. Él venía de una ruptura y se nota en lo visceral de las canciones y las letras. Pero, también, me gustan otros discos. Puedo nombrar varios, Blonde on Blonde, Highway 61 Revisited. Creo que mi canción favorita es "Lily, Rosemary and the Jack of Hearts"; una de mis favoritas también es “Thunder on the mountain",me gusta mucho "Jolene" que es de un disco relativamente nuevo, Together Through Life. Las veces que vino a tocar no pude ir por diversos motivos. Acabo de saber que se agotaron las entradas para esta vez. Mis expectativas son muchas, es una fucking leyenda, mi leyenda personal.
Federico Kempff es el cantante, guitarrista y compositor de Fede Kempff y Tarantinos, una banda cancionera de la ciudad de La Plata que se encuentra grabando lo que será el sucesor de "El lugar que nos queda adonde ir", publicado en 2010.
Reno González:
El primer tema que escuché fue “Masters of war”. Y no, al principio no me llegó. Luego leí la letra y fui entrando, pasé a otros temas, siempre en la línea acústica. Me voló la cabeza Another Side of Bob Dylan. Recuerdo que un día empecé a leer en una revista vieja que Dylan tenía una parte eléctrica, algo que yo desconocía porque siempre lo tuve como un cantante con su armónica y guitarra. Cuando escuché esos discos eléctricos me dejaron sin palabras. Bringing it all back home, Highway 61 Revisited y Blonde on Blonde cambiaron mi visión de la música, del cantautor, del poeta. Creo que todo el que lo escucha y le gusta, toma algo de Dylan. Yo traté de tomar todo porque es algo inconsciente, uno se queda con las melodías de los artistas que más le gustan y, luego, va modificando para no quedar igual, pero inconscientemente creo que tomé mucho. Uno de los discos que más me gusta es Bringing it all back home.
Pensar en la fecha en que fue compuesto, que tenga un lado acústico y otro eléctrico, ¡temas casi zapados y con letras increíbles! Es un discazo de pies a cabeza. Las letras eran impensables para esa época: agarraba personajes históricos y los cambiaba de contexto, creando historias formidables. El tema que más me gusta es “Tangled Up in Blue”, de Blood on the Tracks. La idea de un disco hecho después de un divorcio es algo increíble, pero lo es porque no es de odio, tampoco de amor, sino de lo que quedó y de los recuerdos de la convivencia. A mí me mata realmente ese tema, la letra me parece increíble. Obviamente, le mete siempre un dejo Dylan de cuelgue, si se puede decir, pero es increíblemente bella la letra y te va llevando como un buen libro. Musicalmente, tiene lo que amo de cualquier canción en mi vida, tres o cuatro acordes y un estribillo simple, pero que te queda clavado. Lo fui a ver en Vélez, pero me quedo con el Bob Dylan de los primero 15 discos (que no es poco). Así que lo de Vélez fue lindo por el hecho de verlo, más que por la forma y la onda que le dio a sus viejas canciones.
Reno es el cantante de Reno y sus Castores Cósmicos, una banda de rock and roll de la ciudad de La Plata. Influenciados por el indie norteamericano de los noventa, grabaron tres discos de estudio. El último, “En el Peaquod”, es una obra conceptual basada en el libro de Hermann Melville, Moby Dick. Reno también es solista, su producción cuenta con centenares de canciones, todas grabadas de forma precaria, con una fuerte influencia dylaniana y salmonera.
http://renoyloscastorescosmicos.bandcamp.com/
Roy Milan Johansen:
Yo llegué a Dylan a través de los Stones; quiero decir, ya lo conocía, pero nunca me puse a escucharlo hasta después de Stripped, el disco en el que los Rolling Stones versionaron "Like a Rolling Stone". Arranqué por Highway 61 Revisited, en busca de la original y, claro está, me gustó más que la de los Stones. Aunque la versión de éstos es muy buena, en la de Dylan hay, por un lado, un valor en el despojo de la interpretación que es muy atrapante, una pedantería que supera todo y, por otro lado, el sonido de la época y la producción con ese Hammond que comanda toda la secuencia le juega muy a favor. Después, cerca del 2002, con una banda que tenía antes de Excursiones Polares tocábamos "Soplando en el Viento" que es una versión que hizo Sandro de "Blowing in the Wind" en español. Esa sí que me gusta más que la original. Como que la letra es cualquiera y no está en el mismo tono que la de Dylan, salvo el solo de armónica que sí, con lo cual ahí se arma un pasaje que le da un color re interesante a la canción.
A mí no me costó para nada "entenderlo" (de hecho tampoco me propuse desentrañarlo). Me dediqué a disfrutar de sus canciones y listo, me gustó de una. En cuanto a lo compositivo no soy consciente de manera directa de su influencia. Yo también toco la armónica y cuando me pongo a tocar con la guitarra, seguro algo de lo que se me ocurre pasó previamente por un filtro Dylan en mi cabeza, pero esos procesos son bastante inconscientes en mí.
Respecto de la influencia en Excursiones Polares, nos gusta muchísimo la instrumentación del Dylan con The Band. Más allá de ser todos grandísimos instrumentistas, las individualidades nunca están por sobre la canción. Es muy difícil elegir solamente una canción de un tipo que tiene un repertorio de más de 300. Hay muchas que me gustan, pero sí hay una que es especial. La descubrí a través de mi película favorita (Dazed and Confused, de Richard Linklater, que casualmente vi por primera vez el mismo año que los Stones versionaron "Like a Rolling Stone"). El tema es "Hurricane" y me parece genial como va tomando vuelo en el comienzo y llega al toque al puente con la percusión bien marcada, lo cual le da una épica muy fuerte. Los solos de violín, con esas entradas a platazos limpios son dramáticos. La letra creo que habla de un boxeador que termina en cana, lo cual es mejor aún porque va de maravillas con la instrumentación del tema. A Dylan lo vi en Vélez la última vez que vino (¡en el ´98 me lo perdí con los Stones por ir otro día!) y me pareció, en ese momento, que era ideal verlo en un teatro, un bar, lo que sea menos un estadio al aire libre, aunque también pienso que en esa oportunidad el tipo logró ese clima de intimidad en un lugar gigante, lo cual habla de lo grande de su figura. Ya tengo entradas para la última función en el Gran Rex, ¡así que espero por lo menos darme cuenta de qué tema está tocando antes de que llegue el estribillo!
Roy es el cantante de Excursiones Polares, un grupo de Bernal que ya tiene dos discos grabados. El último, “Música total”, fue producido por Marcos de Martis. También participaron del compilado Los Ellos, homenaje a El Eternauta, con A.H.G.O, una canción tributo a Héctor Germán Oesterheld.
http://excursionespolares.bandcamp.com/
Juan Manuel López Manfré:
En un punto, lo fascinante de Dylan es que no lográs entenderlo. En un decir, sí, desmenuzás las letras, pero hay algo de eso que te llega emocionalmente. Su obra y su vida tienen las características de símbolo y como tal te adentra a lo desconocido y lo indecible. No lo cuestionás, te dejás llevar, viajás el viaje de Dylan y es fuerte. Partiendo de eso, puedo decir que fue de a poco, no me fui dando cuenta hasta que estaba hasta la re manija. El primer disco que escuché fue Blood on the tracks y abre con Tanged up in blue. El desarrollo de esa canción a nivel letra y música va en un crescendo de intensidad que es tremendo. Lo primero que sentí -honestidad brutal, eh- fue: "Uaaaau ahora lo entiendo a Calamaro" (risas). Andrés estaba poseído por el arquetipo dylaniano y, lógico, ¿quién no quiere convertirse en Bob Dylan al menos en una canción? Con respecto a las cualidades interpretativas y tímbricas de su voz -sobre todo la del joven Bob- es un ítem que muchos dicen que les dificultó las primeras escuchas, porque es raro, medio jugado con la afinación, chillón…digamos que no es una voz con cualidades stándares. Pero, como yo era un adolescente en los noventa y venia de escuchar mucho punk, la voz de Dylan fue lo más familiar que encontré en sus canciones y me costó conectar más con sus composiciones de raíces más bluseras, pero fue cuestión de tiempo y de conectar con la mitología Missisipeana. (El joven Dylan y el joven Daniel Johnston tienen parecidos tremendos por momentos).
Influyó mucho en mí. Al tomarlo como escuela y luego esas ganas de imitarlo, pude, por ejemplo, ponerme disciplinado y lograr mantener intensidad y ritmo durante toda la tocada de una canción con guitarra acústica y voz. Me permití escribir letras más largas (lo que tengan que durar) en vez de pensar tanto en el registro pop de los 3 minutos y medio. Me sirvió artísticamente como registro de que puedo ser absolutamente libre para expresar un sentimiento o una idea en una canción, que la voz puede ser bellamente desprolija, cosa que los profesores en general te lo quieren pulir. Fundamentalista del amor, nuestro segundo disco, está bajo la influencia dylaneana, ¡tanto que lo nombro a Bob 3 veces en todo el disco! Desde las letras como en lo musical, si bien es un disco pop, revisitamos y damos una interpretación sobre la música de los 60. Hay una canción que se llama "AdrenaDylan" y en mi fantasiosa mente es como una versión criolla de “Like a rolling stone”, porque habla de una chica bien que le empieza a salir todo mal. Las canciones sobre chicas que les va mal, es todo un arquetipo mitológico dentro del rock. La canción "El invierno es nuestro" es una crónica sobre estar enamorado y tener como banda sonora del romance The freewhelin´, y "Echado a perder" es una balada folk con un poco mas de letra que lo habitual y totalmente dylaniana. Dylan me acercó al blues. Mi favorito sin dudas es The freewhelin Bob Dylan. Me parece un disco de espíritu joven y como tal eterno. Tiene sabor a inocencia pero es agudo. Dulce, pero incisivo. Inspirador. Un amigo mío dijo que está fuera de registro y coincido porque es EL disco folk, pero no se parece a ninguno de los discos del género editado en esa época. Los acordes, la forma de tocarlo, tiene mucho de la norteamérica profunda y mucho del folk irlandés, una combinación que no se había plasmado como nunca en esa época. Hoy en día nadie te puede hacer un discazo así con guitarra y voz, despojado en toma directa. Algo parecido pasa con Nevermind de Nirvana. Inaugura el grunge, pero ninguna otra banda grunge suena a Nirvana. Freewhelin es folk pero es más. Vibra. Le doy play y lo dejo hasta el final, por más que lo haya re contra escuchado un millón de veces.
Juan Manuel López Manfré es el cantante de Superfluo, una banda de Capital amante de la música de Bob Dylan. Ya tienen dos discos editados.
http://superfluoweb.com.ar/principal/
miércoles, 25 de abril de 2012
martes, 24 de abril de 2012
Saga Bob Dylan: IV. Blood on the tracks, ¿el peor disco de Bob Dylan?
Para María Laura Leguizamón
Han pasado ya más de 35 años de la vez que el periodista John Landau, en una crítica a Blood on the tracks, comparó a Bob Dylan con Charles Chaplin. En aquel texto, Landau (que ahora es manager de Bruce Springsteen) escribió: “Bob Dylan podría ser considerado el Charles Chaplin del rock and roll. Ambos son considerados genios por su público. Ambos fueron proclamados revolucionarios por sus primeros trabajos y sometidos a un exhaustivo ataque cuando sus trabajos posteriores fueron considerados inferiores”. Y decía de Blood on the tracks: “Sólo sonará como un gran álbum por un tiempo. Como la mayoría de lo de Bob Dylan, es imperecedero. Pero como el hombre que lo hizo, el álbum no está dirigido a nadie y está hecho para todos. Es el trabajo de alguien quien no se ve a sí mismo sino a través de nosotros. Y todavía nos hace ver cosas que no habíamos visto antes”. ¿Un disco más en la obra de Dylan? ¿Su peor disco?
Dylan en plena grabación de Blood on the tracks |
La preguntas que surgen, entonces, son: ¿para quién están dedicadas esas canciones que contiene Blood on the tracks? ¿Nos importa? ¿De qué hablamos cuando hablamos de Blood on the tracks? ¿Qué nos seduce de un disco tan grande e inasible? El periodista –y ahora director de cine- Cameron Crowe, en las liner notes que escribió para el disco Biograph, de Dylan, apuntó: “Inspirado, según se dice, en la ruptura de su matrimonio, el estilo del álbum se basaba más bien en el renovado interés de Dylan en la pintura. Las canciones calan hondo, y su sentido de la perspectiva y de la realidad estaban cambiando continuamente”. El “renovado interés de Dylan en la pintura”. La obsesión de Dylan por Chagall luego del accidente en su motocicleta que lo había recluido durante unos años fue materia del episodio anterior en la saga. Dylan cuenta algo del tratamiento de las canciones en Biograph: “Supongo que simplemente estaba haciéndolo como si pintara un cuadro, en el que puedes ver diferentes partes pero también ves el todo”. Y el periodista norteamericano Paul Williams, en Bob Dylan: Performing artist. The middle years 1974-1986 sostiene: “Perspectiva y realidad. Dylan habla en las entrevistas de la ausencia de tiempo; la palabra a la que me veo recurriendo para describir el mundo especial que evocan muchas de sus canciones y actuaciones es ´atemporalidad´.
En la primavera norteamericana de 1974 comenzaron los problemas para Sara y Bob. Él decidió asistir a unas clases de arte que brindaba Norman Raeben, un anciano de setenta y tres años que inyectó en Bob un renovado entusiasmo por la pintura. Si hasta dijo que para él, Raeben “era más poderoso que cualquier mago”. Bob se encaprichó, asistía permanentemente a sus clases y se obsesionó. En una entrevista llegó a decir: “Ahí fue cuando empezó a romperse nuestro matrimonio con Sara. Ella no sabía lo que yo hablaba, en lo que pensaba. Y yo no podía explicárselo”. Con Sara mantuvieron una relación bastante estable durante 1966-1974, pero Dylan volvió a caer en el alcohol, fumaba incansablemente y había vuelto a salir de gira (el Tour ´74 junto a The Band). Durante esa gira a Dylan lo relacionaron con muchas mujeres y algunas proclamaban en los medios haberse acostado con él. La separación fue inevitable.
En la biografía escrita por Williams, se encuentra este apartado sobre el misterioso encanto que produjo Norman Raeben sobre Dylan: “Le enseñó una técnica mediante la cual podía, consciente y deliberadamente, llegar al esquivo lugar de la libertad, de la intención y del abandono en el que se crea el gran arte: un lugar en el que las palabras y la voz fluyen libremente hacia formas encantadoras e inesperadas, en las cuales uno canta totalmente desde el corazón”. Aquí alcanza con escuchar “Idiot wind” como botón de muestra: Dylan la canta “mal”, pero sintiendo la letra, saboreando cada palabra una a una. Él expresó en una entrevista qué le significaba la enseñanza de Raeben: “Me ató al tiempo presente mucho más que cualquier cosa que haya hecho. Más que cualquier experiencia que haya tenido, cualquier iluminación que haya tenido. Porque estaba constantemente entremezclado conmigo mismo y todos los diferentes ´yoes´ que había, hasta que se fue éste y se fue aquél, y finalmente me quedé con el que me era familiar”.
Dylan en un recital del Tour ´74 |
Durante el verano de 1974, Bob comenzó a escribir las canciones de Blood on the tracks. Según Howard Sounes, el periodista encargado de escribir Down the Highway (una biografía bastante consultada últimamente): “Las ideas del profesor de arte Norman Raeben influyeron notablemente en la forma de construir las canciones”. Empezó con las sesiones de grabación en septiembre de 1974 y lo terminó durante el mismo mes, aunque él no había quedado contento. Le llevó una muestra a David, su hermano. Le contó que ya estaba terminado y que la portada ya se estaba imprimiendo, pero todavía seguía pensando en que podía cambiar algunas cosas. Las diez canciones que componen el disco, Bob las grabó, inicialmente, en Nueva York. Pero no estaba satisfecho con algunas, y quería cambiar algunas partes de “Idiot wind”, en donde pensaba que era explícita la referencia a su separación con Sara. Le pidió a su hermano que juntara algunos músicos y regrabó “Tangled up in blue”, “Idiot wind”, “If you see her, say hello”, “You´re a big girl now” y “Lily, Rosemary and the Jack of hearts” el 27 y 30 de diciembre del mismo año, en Minnesota. El disco fue grabado con diferentes músicos, en dos estudios y durante un lapso de tres meses.
El disco abre con “Tangled up in blue” y “Simple twist of fate”. Ellas hablan de un encuentro entre dos amantes, como si fueran una misma historia. El final de “Simple twist of fate” habla de la separación de los amantes. Los biógrafos apuntan a que “You´re gonna make me lonesome when you go” está inspirada en una novia pasajera que tuvo Dylan durante esos días. Su nombre era Ellen Bernstein (una ejecutiva de Columbia Records que tenía sólo 24 años y Bob la había conocido durante uno de sus recitales del Tour ´74), y había pasado un tiempo con Bob en su casa. En Blood on the tracks vemos a un Dylan cantante. Un álbum de banda. Es decir, Highway 61 Revisited, Blonde on Blonde y Blood on the tracks son disco de banda. Sin embargo, en Blood on the tracks a Dylan le importa “cantar”, “decir”, dar a conocer lo que está cantando, quiere “informar” y graba su disco más o menos bien (o mejor que los anteriores). Porque si en Highway 61 Revisited el valor estaba puesto en el sonido, “la electrificación”, en Blood on the tracks todo queda a un lado y produce su mejor voz. Algo que, posteriormente abandonaría, para consolidar un grupo, un sonido, una banda en vivo. Dice Williams: “Le importan las palabras y la melodía que ha escrito, y la historia que cuentan y los sentimientos que desencadenan; este interés le hace ser más consciente y estar más presente al cantar, de forma que es capaz de poner más de sí en la vocalización de cada palabra, en la producción de cada nota”.
John Landau decía en su crítica sobre Blood on the tracks: “Dylan frecuentemente ha dicho que su objetivo en un estudio es poder captar los sentimientos, y la forma en la que lo logra es manteniendo las cosas simples: ensayo, algunas tomas y luego la próxima canción. El artista sabe cómo trabaja. Por lo tanto, debería no alterarse”. Y hacía referencia a algunos discos clásicos del autor de “Blowin´in the wind: “Los álbumes eléctricos de Dylan han sido descuidados sin sentido, a veces mal grabados y no tan buenos como el material garantizaba”. Un poco Blood on the tracks sigue la misma línea, porque fue uno de sus discos al que Dylan le dedicó un trabajo obsesivo, pero sería en Oh Mercy (quizá la mejor proyección de Dylan en un estudio de grabación) un disco de la década del ´80, donde lograría hacerse amigo del estudio de grabación.
lunes, 9 de abril de 2012
“Mis clásicos son los que van a salir en el próximo disco”
Nota publicada en el número 24 del periódico cultural BA Voice
En el amanecer de la década pasada, Érica García cantaba: “¿Está todo muy bien o está todo como el orto?”. Y lo que se sabía era que las cosas no estaban bien, porque el país caía barranca abajo, sin remedio. Después de aquella pregunta hecha canción, ella decidió pasar una larga temporada en el exterior, primero en España y, luego, en Estados Unidos, donde vivió casi ocho años, se relacionó con muchísimos artistas norteamericanos, grabó un disco, actuó y compuso canciones para algunas películas.
Ella dijo que en la Argentina había desaparecido para casi "una generación completa, lo suficiente como para ser olvidada". Sin embargo, el año pasado regresó y pateó el tablero. Se presentó con Eleven, su banda, en distintos lugares de Buenos Aires; empezó a comentar partidos de la Copa América mediante Facebook y Twitter; y en un 2012 hiperactivo homenajeó a Billie Holiday rodeada de lo más granado del ambiente jazzístico, en tanto que prepara la grabación de un nuevo disco de estudio.
BA Voice: En los primeros recitales que hiciste luego de tu regreso, eras reticente a tocar tus canciones viejas. Hoy, ¿te reconciliaste con tus primeros discos?
Érica García.: No me pelee con mis discos anteriores, simplemente no me gustan estilísticamente. No es música que yo escucho. En el último show sólo toqué tres de esas canciones y es algo normal en músicos, algo que les pasó a Spinetta o a Dárgelos, y no es una ocurrencia mía el no tocar los temas viejos. Tenés canciones nuevas muy buenas que a la gente le encantan, entonces no es difícil superar etapas. Yo soy una persona vigente, estoy siempre en el hoy, entonces me parece patético volver después de diez años basándome en un repertorio viejo. No tengo miedo a las críticas o a que se vaya el público y venga otro. A lo único que le tendría miedo es a estancarme y ser alguien que ofrece cosas viejas para no perder público. Eso no lo voy a hacer jamás, mi personalidad naturalmente no es así. Además, tampoco soy una gloria del rock nacional que se tiene que atar a un repertorio clásico. Mis clásicos son los que van a salir en el próximo disco.
BV: Este año saldrá tu nuevo disco, ¿cuáles son tus expectativas al respecto?
E. G.: Este disco, que está lleno de buenas y entrañables canciones, sé que va a traer muchas cosas buenas para mí y para todos. La gente quiere a las figuras femeninas. También ocurre que me tomo muy en serio el legado del rock nacional viejo y de Spinetta. Desde que él no está físicamente sentí la responsabilidad de que, si tengo la llave de hacer hermosas canciones, puedo ser una de las que lleve en alto la llama de la canción argentina. Todos los que hacemos ese tipo de canciones, que no son rock ni pop, sino Rock Nacional, creo que tenemos el deber ahora más que nunca de empezar a sostener eso que ellos (Luis Alberto Spinetta, Charly García, Litto Nebbia, Moris, Los Abuelos, Virus, Andrés Calamaro, Fito Páez, Gustavo Cerati) construyeron y dejaron tan alto.
BV: ¿Sentís que ahora, con la próxima salida del disco, es como empezar de nuevo y que tenés que volver a conquistar al público?
E. G.: No, para nada. Por la existencia de Internet, la gente que me conocía se ha multiplicado, tienen acceso a mucho más material. Mi público de antes ya es grande y, tal vez, ni salen. Ahora tengo mayormente público nuevo. Me gusta que se mezclen un montón de generaciones, como también le pasa a Babasónicos, que somos todos de la misma época. Yo participo activamente en Twitter (@ericagarcia11), Facebook y tengo contacto permanente con la gente. Y el foco de mi vida no está solo en la música. Estoy haciendo teatro, filmo y soy comunicadora; entonces, no siento que la salida del disco sea como una batalla donde tengo que salir a conquistar público ni ningún rollo así. Yo estoy muy tranquila, hago mis cosas, las muestro y la gente se va sumando.
Crédito fotográfico: Damíán Benetucci
En el amanecer de la década pasada, Érica García cantaba: “¿Está todo muy bien o está todo como el orto?”. Y lo que se sabía era que las cosas no estaban bien, porque el país caía barranca abajo, sin remedio. Después de aquella pregunta hecha canción, ella decidió pasar una larga temporada en el exterior, primero en España y, luego, en Estados Unidos, donde vivió casi ocho años, se relacionó con muchísimos artistas norteamericanos, grabó un disco, actuó y compuso canciones para algunas películas.
Ella dijo que en la Argentina había desaparecido para casi "una generación completa, lo suficiente como para ser olvidada". Sin embargo, el año pasado regresó y pateó el tablero. Se presentó con Eleven, su banda, en distintos lugares de Buenos Aires; empezó a comentar partidos de la Copa América mediante Facebook y Twitter; y en un 2012 hiperactivo homenajeó a Billie Holiday rodeada de lo más granado del ambiente jazzístico, en tanto que prepara la grabación de un nuevo disco de estudio.
BA Voice: En los primeros recitales que hiciste luego de tu regreso, eras reticente a tocar tus canciones viejas. Hoy, ¿te reconciliaste con tus primeros discos?
Érica García.: No me pelee con mis discos anteriores, simplemente no me gustan estilísticamente. No es música que yo escucho. En el último show sólo toqué tres de esas canciones y es algo normal en músicos, algo que les pasó a Spinetta o a Dárgelos, y no es una ocurrencia mía el no tocar los temas viejos. Tenés canciones nuevas muy buenas que a la gente le encantan, entonces no es difícil superar etapas. Yo soy una persona vigente, estoy siempre en el hoy, entonces me parece patético volver después de diez años basándome en un repertorio viejo. No tengo miedo a las críticas o a que se vaya el público y venga otro. A lo único que le tendría miedo es a estancarme y ser alguien que ofrece cosas viejas para no perder público. Eso no lo voy a hacer jamás, mi personalidad naturalmente no es así. Además, tampoco soy una gloria del rock nacional que se tiene que atar a un repertorio clásico. Mis clásicos son los que van a salir en el próximo disco.
BV: Este año saldrá tu nuevo disco, ¿cuáles son tus expectativas al respecto?
E. G.: Este disco, que está lleno de buenas y entrañables canciones, sé que va a traer muchas cosas buenas para mí y para todos. La gente quiere a las figuras femeninas. También ocurre que me tomo muy en serio el legado del rock nacional viejo y de Spinetta. Desde que él no está físicamente sentí la responsabilidad de que, si tengo la llave de hacer hermosas canciones, puedo ser una de las que lleve en alto la llama de la canción argentina. Todos los que hacemos ese tipo de canciones, que no son rock ni pop, sino Rock Nacional, creo que tenemos el deber ahora más que nunca de empezar a sostener eso que ellos (Luis Alberto Spinetta, Charly García, Litto Nebbia, Moris, Los Abuelos, Virus, Andrés Calamaro, Fito Páez, Gustavo Cerati) construyeron y dejaron tan alto.
BV: ¿Sentís que ahora, con la próxima salida del disco, es como empezar de nuevo y que tenés que volver a conquistar al público?
E. G.: No, para nada. Por la existencia de Internet, la gente que me conocía se ha multiplicado, tienen acceso a mucho más material. Mi público de antes ya es grande y, tal vez, ni salen. Ahora tengo mayormente público nuevo. Me gusta que se mezclen un montón de generaciones, como también le pasa a Babasónicos, que somos todos de la misma época. Yo participo activamente en Twitter (@ericagarcia11), Facebook y tengo contacto permanente con la gente. Y el foco de mi vida no está solo en la música. Estoy haciendo teatro, filmo y soy comunicadora; entonces, no siento que la salida del disco sea como una batalla donde tengo que salir a conquistar público ni ningún rollo así. Yo estoy muy tranquila, hago mis cosas, las muestro y la gente se va sumando.
Crédito fotográfico: Damíán Benetucci
martes, 3 de abril de 2012
Saga Bob Dylan: III. Blonde on Blonde, el disco medianera (parte II)
“Es mi sonido particular el de ese disco. Todas las canciones tienen una fina pátina de mercurio. Oro metálico y brillante, y platino”.
Bob Dylan, sobre “Blonde on Blonde”
Bob Dylan, sobre “Blonde on Blonde”
II.
Hace alrededor de cuatro años, al leer la biografía Marc Chagall, la pintura como poesía, comencé a creer que la vida del pintor bielorruso y la de Bob Dylan tenían numerosos puntos de conexión. Ahora recuerdo algunos: sus crianzas bajo la religión del judaísmo, las conductas introvertidas, hoscas, y sus imágenes –para los demás- de forasteros perdidos en la gran ciudad. Empiezo a creer que la comparación no es antojadiza ni tirada de los pelos cuando encuentro que Chagall y Dylan recuerdan de su infancia lo mismo: las manos de sus padres luego de una jornada laboral extenuante, y la pobreza en la que fueron creciendo.
La biografía sobre Chagall comienza así: “Poeta, soñador, personaje exótico: Marc Chagall fue durante toda su larga vida un individualista y un artista solitario. Como judío desdeñó soberanamente la vieja prohibición iconográfica. (…) nada dejó sin hacer para cultivar su imagen de forastero sorprendido que habla en voz baja, de ciudadano del mundo que permaneció niño, de visionario solitario”. ¿Acaso Dylan no es para algunos un visionario, un poeta, un soñador solitario y un personaje exótico?
Fue después del accidente en su moto (que más abajo detallo) y la posterior rehabilitación cuando Dylan se encerró unos cuantos años en una mansión y descubrió la pintura de Marc Chagall. Algunos biógrafos registran aquellos momentos y hablan de una “obsesión” del músico por el pintor ruso. “Sólo tenía ojos para Chagall. Chagall lo era todo para él”, afirma el poeta Michael McClure, uno de los amigos de Dylan de aquellos días y con el que le tocó convivir cierto tiempo, después de la salida de Blonde on Blonde y John Wesley Harding. El poeta y ensayista Gillaume Apollinaire había calificado las obras de Chagall como surreales. Y la letrística de Dylan, a veces, daba vueltas en torno a ese movimiento artístico y literario. "Sad eyed lady of the lowlands", por ejemplo, da cuenta de ello.
Antes de esa temporada de reclusión donde se volcó con más firmeza al trabajo de estudio, el dibujo y la producción, Dylan sentó las bases de lo que quería para el sucesor de Highway 61 Revisited. Quería radicalizar el sonido que había conseguido en 1965, pero con otros músicos. Ya en enero de 1966 volvió a firmar un acuerdo con Albert Grossman para la creación de Dwarf Music, empresa para la que Bob podría hacer algunas canciones. En Down the Highway, una de las biografías más importantes sobre Dylan, su autor, Howard Sounes, detalla: “Más tarde, Bob aseguró no haber entendido la parte en la que Grossman y él se convertían en socios de Dwarf, pues estaba convencido de que Dwarf Music le pertenecía solo a él. (…) El acuerdo significaba que Grossman podía reclamar el cincuenta por ciento de los beneficios de cada una de las canciones que Bob escribiera durante los diez años siguientes”. En la extensa biografía de tres volúmenes que escribió el periodista Paul Williams sobre Bob se puede obtener una información más detallada del “affaire Dylan-Grossman” y que ya contamos superficialmente en el primer capítulo de la saga Bob Dylan, llamado “El episodio Witmark-Grossman (1962-1964)”.
Para la grabación de Blonde on Blonde, Dylan le hizo caso a Bob Johnston, el productor de Highway 61 Revisited, para que grabara su nuevo disco en Nashville, Tennessee. El mismo Johnston era un asiduo productor de la zona y había trabajado en la composición de algunas canciones para las películas de Elvis Presley. Él fue el que convenció a Bob de grabar allí. El disco demandó cuarenta horas de grabación. La banda –casi nueva-, estaba compuesta por Kenneth Buttrey, en batería; Hargus Robbins, en piano; Wayne Moss, en guitarra y Hernry Strzelecki, bajo (todos ellos residentes en Nashville); además de Robbie Robertson, Charley McCoy y Al Kooper, que viajaron desde Nueva York, y ya venían grabando con Dylan desde hacía unos años.
El mismo Dylan escribe en su primero volumen de Crónicas sobre Johnston, cuando éste lo llamó para las primeras sesiones de grabación de New Morning, en 1970: "Johnston me preguntó si estaba pensando en volver a grabar. Claro que lo estaba. Mientras mis discos siguieran vendiéndose, ¿por qué no iba a querer grabar? (...) Johnston estaba ansioso por empezar... Trabajar con él era coom conducir borracho y sin papeles. Era un individuo interesante. Nacido en Texas y trasplantado a Tennessee, tenía cierta complexión de luchador, muñecas gruesas y grandes brazos, un torso fornido. Pese a su baja estatura, su personalidad expansiva lo hacía parecer bastante corpulento".
La primera canción que se grabó fue “Sad eyed lady of the lowlands”, que tiene una duración de once minutos. Según Howard Sounes, después de una displicente explicación de Bob a los músicos sobre cómo encarar el tema, nunca les informó que la duración era tal como la conoceríamos finalmente. Él reconoció luego que la había escrito para su mujer Sara, con la que se había casado unos meses antes. Luego llegarían “I want you” (con una introducción de la guitarra de Wayne Moss), “Just like a woman” y “Leopard-skin Pill-box Hat” (los dylanólogos afirman que las letras están inspiradas en Edie Sedgwick, una modelo y actriz que conoció a Bob en 1964. Sedgwick trabajó con Andy Warhol en Vynil, la adaptación cinematografica que el autor hizo de La Naranja Mecánica). “Leopard-skin Pill-box Hat” puede ser la canción con la Dylan abra sus conciertos en Buenos Aires, ya que fue el tema que abrió sus recitales en el último tramo de la gira europea de noviembre del año pasado, pero con él nunca se sabe. “Las canciones se grababan en una toma o dos a lo sumo. Los músicos carecían de una idea clara sobre la duración de las canciones o sobre la dirección que debían tomar, pues Bob solía improvisar durante la grabación”, pudo recopilar el periodista Sounes en su libro. A eso habría que sumarle la hosquedad de Dylan, que no era de hablar mucho con sus músicos. Pero algunas cosas de las que les había dicho es que quería un sonido similar al de las bandas militares. "Rainy day women #12 & 35" parece un chiste de apertura (fue una improvisación que salió en primera toma, con músicos tocando instrumentos que no sabían tocar, con un Dylan que hasta llega a reírse promediando la canción), pero que es un temazo y que abrió su recital en Bangor, Estados Unidos, el 20 de agosto del año pasado.
Lo cierto es que Bob y los musicos se la pasaron fumando durante toda la grabación de Blonde on Blonde. “Nadie ha conseguido el sonido de las tres de la mañana mejor que ese álbum. Nadie, ni Frank Sinatra lo expresaria tan bien”, aseguró Al Kooper. Entre los días de mezcla del álbum, Dylan junto a sus musicos comenzaron una gira que los llevaria por Estadios Unidos y otros paises de Europa y Oceanía. Fue en Manchester, el 17 de mayo de 1966, cuando una persona del público le gritó a “Judas” (El documental de Martin Scorsese No direction home reproduce aquel momento histórico). Luego volvieron a Estados Unidos, Bob estaba agotado, pero Grossman había preparado todo para que después de un breve descanso Dylan regresara a la ruta y asi continuar con la gira.
En ese descanso, Bob comenzó a trabajar en Eat the document (un documental que lo mostraba en distintas actividades actorales). Fue allí cuando él y Sara, su mujer, salieron de la casa a dar un paseo. Él en una moto y ella en su auto. Los detalles del accidente siempre han permanecido en el más estricto de los misterios. Los diarios hablaban de un cuello roto y que casi había perdido la vida. Sara no llevó a Dylan al hospital. Él dijo en una entrevista: “Estaba bastante tenso antes del accidente. De haber continuado por aquel camino, es probable que hubiese muerto”. Según él, se había quebrado algunas vértebras.
Algunos testigos afirmaron que practicó natación durante las semanas posteiores al accidente. “Yo había sufrido un accidente de moto del que había salido malherido, pero me recuperé. La verdad es que quería rehuir a la ardua competitividad de la vida moderna.Tener hijos había cambiado mi vida y me había aislado de casi todo el mundo y de prácticamente todo lo que sucedía. Aparte de mi familia, nada tenía mucho interés para mí, y lo veía todo desde otra óptica. Incluso al pensar en las horripilantes noticias del momento –el asesinato de los Kennedy, King, Malcom X-, no veía a las víctimas como líderes acribillados, sino más bien como a padres cuyas familias habían quedado destrozadas”, escribió en Crónicas. En una entrevista de 1966, días después del accidente, dijo: “La rueda de atrás se bloqueó, creo. Perdí el control, y me fui dando bandazos de un lado a otro. Lo siguiente que recuerdo es que me encontraba en un lugar del que nunca había oído hablar –Middletown, creo- con la cara llena de cortes, así que me quedaron algunas cicatrices y el cuello roto. Vi pasar ante mí toda mi vida”.
Durante su reclusión, conoció en profundidad la pintura. En particular, la vida de aquel pintor bielorruso con su imagen de forastero tímido, poeta, soñador, personaje exótico, individualista y artista solitario que era Marc Chagall.
Próximo capítulo: Blood on the tracks, el peor disco de Bob Dylan
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