viernes, 30 de noviembre de 2012

“El perfeccionismo no existe”

Nota publicada hoy en la sección Cultura & Espectáculos del diario Página/12
 

Dos risas se extienden a lo largo del mediodía y, encadenadas después de una ocurrencia, finalizan para darle espacio a la siguiente pregunta. En esta ocasión, Gillespi y Willy Crook siguen ese mecanismo: pregunta-respuesta-risas-pregunta-respuesta-risas y así hasta finalizar el encuentro con Página/12, en un mediodía caluroso, bajo la sombra de un árbol y con los protagonistas un tanto cansados: Gillespi se levanta a las cuatro porque desde las seis conduce La almohada maldita, de lunes a viernes por la FM Rock & Pop, y a Willy Crook su rostro lo delata: no ha dormido lo suficientemente bien y sus ojos amagan con cerrarse del todo.

Esas risas que se oyen a una cuadra de distancia son las consecuencias del diálogo entre dos amigos extrovertidos, inquietos y locuaces sobre los temas más diversos, que Crook (hábil conversador) hilvana de la manera más amable para resistir una mañana de sueño; mientras Gillespi trata de enmarcar con su discurso la salida del CD-DVD Live from Rulemánia, un registro dirigido por el fotógrafo Edgardo Kevorkian (autor del libro Porco Rex en fotos, sobre el disco solista del Indio Solari) que tiene al ex Las Pelotas y al ex Patricio Rey como protagonistas junto a los músicos que los acompañan durante el año, más unos extras que recopilan escenas en camarines y una entrevista del periodista Alfredo Rosso, los dos vientistas lo presentan esta noche a las 22 en el Teatro SHA (Sarmiento 2255).
 
Foto por Rafael Yohai
–Crook, hace unos meses le había dicho a Página/12 que Gillespi era de otro planeta. ¿De Rulemánia, quizás?

G.: –(Risas) Me parece que exageró un poco.

W. C.: –Espero no lo tomes a mal.

G.: –Ultimamente perdí mucho de mis raíces interplanetarias. Ojalá que pueda retomar todo eso, pero yo sé por qué él dice eso. Porque él ha escuchado mis demos de canciones cuando yo empecé a flirtear con los sintetizadores y hacer cosas caseras. Todo ese rarismo le gusta mucho.

W. C.: –Yo soy sordo, y él toca los instrumentos al revés, por eso creo que es un extraterrestre y un fuera de serie. Además, porque es mi amigo y me gusta inflarle el globo. Mi ego lo abarca. Hablando en serio, lo que él toca me gusta, me encanta las libertades que se toma y que sus temas a veces duren, no sé, seis o siete minutos y al otro día esa misma canción dure tres o dos.

–Esta unión sobre el escenario se iba a dar de algún modo u otro. Son amigos, transitaron el under durante décadas, tienen el mismo humor.

W. C.: –Estamos convencidos de esto. No, no, perdón, estamos confundidos. Es algo natural que estemos juntos. Nos debíamos plata.

G.: –Se veía venir, pero nadie lo organizaba.

W. C.: –Comprobamos que nos llevamos bien, porque ya nos conocemos de hace tiempo. Tuvimos un programa de radio con Pettinato a principios de los ‘90, un programa que duraba casi tres horas y también tocábamos algo.

–¿Pudieron ver Live from Rulemánia? ¿Son autocríticos?

W. C.: –¡No! Nunca me escucho ni me miro después de tocar. Hay gente que tiene esa costumbre: terminan el show y van rápido a mirar a ver qué hicieron mal y qué bien. Yo sería lo último que haría, pero sobre gustos no hay nada escrito.

G.: –A mí me genera tensión verme. Me produce más nervios verme en una televisión tocando que tocar en un concierto.

W. C.: –Y sí, porque si ya viste a la vaca, para qué vas a acariciar el ternero. (Risas) Pero no somos perfeccionistas, no. La idea es que nuestro perfeccionismo sea todos los días diferente. Esa es la idea del DVD. El enemigo más grande musicalmente es el cliché del perfeccionismo.

G.: –El perfeccionismo mata todo.

–¿Por qué?


G.: –Porque no es humano, es robótico, matemático. Si Willy está haciendo la voz para una canción y graba treinta tomas, la grabación número treinta no va a tener ya ninguna onda de nada. La música que hacemos está hecha de improvisación, de mucha humanidad. Para mí, tocar bien es algo tan especial que es superior a la perfección. La perfección es aburrida y geométrica.

W. C.: –El perfeccionismo no existe, existe una búsqueda de la perfección. La perfección es amar sin ser amado... El perfeccionismo existe como formato y contenido, pero sin propósito no es perfecto. Es lo que dice Gillespi, lo que hacemos está hecho de improvisación, pero basados en un esquema, para que la gente no nos tire hortalizas.

–¿Y entre ustedes se corrigen?

G.: –No, ya estamos muy jugados, por ahí lo que repasamos son algunos arreglos. Yo no estoy ensayando mucho. Y con Willy, por problemas de horario, se nos complica para juntarnos.

W. C.: –Nosotros somos los únicos descarados que buscamos la sección de vientos arriba de la gente, porque ellos forman parte del espectáculo. Se los busca y se los encuentra o no ahí arriba. No hay red y nadie resulta herido en estos conciertos. Miles Davis dijo que “el que no se equivoca es porque no está improvisando”. Somos milesdavisianos y, a veces, no se encuentra el error en nuestros shows, por eso nadie se da cuenta. No se dan cuenta porque es... perfecto. (Risas).

–Por lo general, en este tipo de reuniones aflora la mala competencia. Sin embargo, en Live from Rulemánia se ve la buena onda que irradian, y los músicos que los acompañan parecen viejos amigos.

G.: –Esto es una situación especial. Lo vivimos como tal, es como un recreo que nos tomamos. Somos amigos todos, encima de una misma generación. Nos conocemos de hace tiempo y la situación del escenario es solo una parte de una gran vida que tenemos juntos. Yo soy muy fan de Willy. Me divierte mucho, siempre tiene algo sorpresivo. Es un genio inventando frases y neologismos.

–Ahora viene la presentación oficial del CD-DVD en Buenos Aires, ¿pero les gustaría viajar por el interior?
G.: –La realidad es que no podemos tocar en todo el país, solo en cuatro o cinco ciudades grandes. Estamos limitados a eso y, además, el productor que quiera llevarnos tiene que pensar que somos muchos. No somos nosotros dos, sino también nuestros músicos. Live from Rulemánia es un espectáculo monstruoso. Somos un colectivo lleno de gente, más de veinte personas en el escenario. Por eso se hace muy difícil hacerlo más seguido. Y esto les pasa a todos los artistas, porque es una elite, unos pocos, los músicos que cobran por tocar. ¡Y hasta a veces los que cobran son los bolicheros y nosotros no!

W. C.: –Sin dudas. Primero fueron los milicos, después la cana y ahora los bolicheros.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Habitantes del universo de la canción

Nota publicada hoy en la sección Cultura & Espectáculos del diario Página/12

Foto por Sandra Cartasso
Aunque en principio se trate de artistas muy diferentes, comparten un mismo mundo: el de las canciones. Zambayonny estuvo presentando por todo el país Búfalo de agua, el álbum que lanzó en 2011, esta vez acompañado por un grupo de apoyo; Manuel Moretti lanzó hace poco El costado izquierdo, el sexto disco de Estelares. Durante todos los jueves de noviembre, estos dos cantautores –no tan distintos, entonces– revisitan sus repertorios dándoles una vuelta de tuerca en un ciclo en el Torquato Tasso (Defensa 1575). En el caso de Moretti, con una épica tanguera, barrial y melodramática, y en el de Zambayonny, con una humorística vertiginosa y delirante. “Lo de cantar tangos es prueba y error. Me da cosa cantarlos. Pero sigo aprendiendo. Igualmente, personas que trabajan con el tango acá me miman, me dan consejos. Es algo que me gusta, me siento contenido cantando tangos. Muchas letras de Estelares vienen de ahí, porque está atravesado por la melancolía y hay algo de eso que me gusta mucho”, confiesa Moretti.

–¿Cómo surgió la idea de juntarse para hacer un ciclo?

Zambayonny: –La unión se dio naturalmente. Un día me llamó Manuel, me dijo que había surgido la posibilidad de hacer un ciclo en el Torquato Tasso y no dudé en decirle que sí, porque soy un admirador de lo que hace en Estelares. Y se ve en este ciclo, la gente escucha canciones, un poco de tango, algunos valsecitos, canciones inéditas de él, algunos temas míos que son viejos. Nuestras posturas son parecidas. No hay una actitud impostada: la gente ve algo natural, un tipo tocando canciones tranquilo, porque no hay nada forzado ni muy diferente.

Manuel Moretti: –Cuando me propusieron lo del ciclo pensé en él porque me acuerdo, precisamente, de sus canciones, y me gustaba la idea porque la temática y los diferentes colores con los que trabaja en lo suyo están dentro del mundo de la canción, pero corrido de lo que hago yo. En un punto, mis canciones son más oscuras que las de él. Queríamos jugar con todo eso. La idea era poner en una misma mesa un café con leche, un ron, una milanesa y una ensalada de frutilla (risas).

–Los dos comparten la pasión por la escritura, ¿pero qué fue lo primero que los unió?

M. M.: –Lo primero que nos unió fue la palabra. En mi caso, la melodía ha sido uno de los patines con los que ando con más comodidad. En determinadas etapas de mi vida, la melodía me dio más cobijo que la palabra. Pero la palabra también aparece como un elemento fundamental tremendo en mí. Creo que fue eso.

Z.: –Desde ya. Igual, no lo planteo desde el punto de vista artístico de escribir, sino desde las ideas que tenemos, el análisis de los hechosn. Conozco gente que no tiene una opinión sobre nada, gente que le da lo mismo todo, que repite lo que le dicen. Pero también conozco gente que es generadora de ideas y analítica. Bueno, yo estoy más cerca de esa gente. Y uno de ellos es Manuel, y la palabra nos une, porque la palabra está ligada a una idea.

–Sin embargo, en el lenguaje que utilizan, sus canciones parecen estar enfrentadas.

M. M.: –Zambayonny tiene una impronta más de cantautor clásico tipo Silvio Rodríguez, pero no estamos en dos mundos enfrentados. Pertenecemos al universo de la canción y la palabra. Por eso, para los próximos recitales, estamos viendo de cantar algunas canciones juntos. Le voy a pedir que me pase una hoja con las letras de sus canciones porque, afortunadamente, tienen un montón de versos y yo una memoria pésima.

Z.: –¡Y yo también! Llevo el atril a todas partes. Me da vergüenza porque la gente que va a los shows sabe todas las canciones, menos yo (risas).

–Si se diera la posibilidad, ¿grabarían un disco juntos?

Z.: –Sí, sacaríamos un disco... de la discoteca (risas).

M. M.: –No, no, lo que pasa es que estamos con nuestros proyectos. Me gustaría hacer un ejercicio con un disco; que lo voy a terminar haciendo, solista, con algunos tangos y demás. Pero primero está Estelares. Y además tengo que probarme a mí para saber qué clase de disco quiero hacer. Pero uno no sabe, por ahí alguien registra los recitales que estamos haciendo con un grabador y sale Moretti y Zambayonny en vivo en el Tasso...

–Moretti, en uno de los recitales de este ciclo dijo que la única palabra que sabía decir era “canción”. ¿Qué significa para ustedes esa palabra y qué importancia tuvo en sus vidas?

M. M.: –Sí, es que para mí representa mucho. La canción es todo un universo. En el escenario lo dije en broma, pero a veces uno la dice tanto que corre el riesgo de vaciarla de sentido. La canción se convirtió en un elemento de expresión muy importante que no estuvo planeado y que me dio mucha tranquilidad en desesperaciones sensibles. La canción fue el elemento que me dio la oportunidad de relacionarme con el mundo de una manera presentable. Es una maravilla sensible y para mí ha sido un salvavidas. No sé qué hubiera sido de mí si no hubiese conseguido estos elementos de conjugación entre la melodía y el verso. Y que, bueno, después se hayan desarrollado en mí.

Z.: –Yo no distingo el medio, utilizo lo que esté enfrente de mí. A veces es una canción o un papel donde escribo algo que puede terminar en un libro (Marea acaba de lanzar Leyenda de un superhéroe, la segunda novela de Zambayonny), una idea que expreso ante los amigos o... un tweet. Para mí, la canción es un vehículo más.

–El Torquato Tasso es un histórico reducto del tango de Buenos Aires. ¿Van a romper con ese prejuicio que dice que el músico de rock no puede cantar tangos?

M. M.: –A mí todavía no me dijeron nada. Ojalá que no. Igualmente, hubo muchos músicos que lo interpretaron muy bien, como Palo (Pandolfo). Y Zambayonny también. Quizás él no lo tenga tan marcado, pero tiene cosas tangueras en su manera de escribir, en esos juegos con las palabras, pero no sé si lo tiene tan consciente.

Z.:–Estamos atravesados totalmente por el tango. A veces escucho bandas que tienen pocas letras, pero sin embargo ves que el tango está presente ahí también. Porque, de alguna manera, todos fuimos acunados por él. Yo nací en Balcarce al 200 y lo vi y escuché siempre. No es lo mismo haber sido acunado por el tango que por una música vacía. Pasamos nuestra infancia y adolescencia escuchando gente que escribía bien, que contaba buenas historias. Sin duda tenemos mucho de eso y es un orgullo tenerlo.

–Entonces, esta reunión no se da sólo porque son amigos.

Z.: –El matrimonio igualitario tuvo mucho que ver (risas).