Nota publicada el viernes 28 de mayo en la sección Cultura y Espectáculos, del diario Página 12, con motivo del tributo a Aeroblus.
Febrero de 1977. Norberto “Pappo” Napolitano, Alejandro Medina y Rolando Castello Junior se juntan a zapar. Noventa días después de haber tocado lo suficiente, deciden ir a grabar esas canciones en los estudios Phonogram. El técnico de grabación se llama Alberto Videla. El estudio está frente al Departamento Central de la Policía Federal. Afuera el aire es pesado. Para algunos, la clandestinidad es el primer refugio. Los amigos atizan un fuego con recuerdos. Todo mal. La Máquina de Hacer Pájaros se pregunta si no es mejor ver películas. El dúo Pastoral canta: “Humanos quieren llamarse ellos, que matan a un ave al volar”.
Hasta ahí, la bronca estaba en las palabras. De alguna manera, “había que inventar un mundo para salir a la intemperie”, como había dicho Luis Alberto Spinetta. Y Aeroblus lo había creado. Si bien la banda fue dejada de lado (hubo duras críticas para el único disco del trío), su influencia regó el jardín del embrionario rock nacional. “Nos criticaron porque estaban de moda los blandos”, se enoja Alejandro Medina, sentado en el patio de su casa. “Si miramos bien aquellos días, no había música pesada, salvo Manal y Pappo’s Blues.” Entonces, ¿Aeroblus era la revolución? “Nosotros no hacíamos política. Hacíamos rock. Pero es verdad, era más denso y más peligroso aquel momento, pero nosotros íbamos y tocábamos, no teníamos problemas. No teníamos armas. Me acuerdo que una vez nos paró la policía porque pensaban que teníamos armas en los estuches...”, detalla el ex bajista de Manal.
Ahora es mayo de 2010. Pappo ya no está. Se oye rock a una cuadra de la casa de Alejandro Medina. El contexto es extraño: casas bajas, dos o tres vecinos caminando, perros que ladran, el timbre de una bicicleta y un silencio que se corta con el solo de batería de “Arboles difusores”. El depósito donde tocan está tapizado de letras de canciones. Garabatos donde, entre tantas otras frases, se puede leer “Sólo sé que nada estoy sabiendo” (¡Pappo había leído a Descartes!). Los músicos están apiñados. Dejan de tocar para la sesión de fotos. “¿Y Castello?”, pregunta uno. “No, viene más tarde, a la noche”, contesta otro. El riesgo de que la luz natural se apague apura el trámite. “Saquémonos la foto igual, total lo que vale es la música”, tercia el dueño de casa, un poco malhumorado por las indicaciones del fotógrafo. Junto con el legendario bajista están Gustavo “Chizzo” Napoli (cantante y guitarrista de La Renga), Claudio Rodríguez (que también había tocado en la formación de Manal del ’94) y Javier Boleda, estos dos últimos integrantes de La Medinight Band, el grupo que tiene el músico nacido en Almagro. Es que además de tributar la obra de Aeroblus con Rolando Castello Junior, el baterista original del grupo (ver aparte), hoy a las 20 en el Teatro de Flores (Rivadavia 7806), tocarán canciones del proyecto solista de Medina y otras cuantas sorpresas.
–¿Por qué decidieron volver a tocar todas las canciones de Aeroblus?
Alejandro Medina: –Aeroblus es una obra. Algo que creamos Pappo, Castello y yo en el año ’76. Pasaron 33 años de la última vez que tocamos juntos, todo ese tiempo de juventud. Yo tenía 26 años, como El Carpo, y Castello tenía tres años menos. Eramos muy pibes. Pero lo de volver a tocar todas las canciones y hacer este tributo nació cuando un día, de repente, me llama Castello desde Brasil y me dice que viene de vacaciones a Buenos Aires entre el 17 y el 30 de mayo. Ahí le propuse volver a tocar todo Aeroblus. Yo ya venía haciendo algunas canciones con La Medinight, así que estaba entrenado. Cuando todo empezó a armarse, inmediatamente lo fui a buscar a Chizzo. Y surgió mágicamente. Yo quiero dejar en claro que nadie viene a reemplazar a nadie. Porque también tocan mis compañeros de La Medinight. El Carpo está espiritualmente presente en estos ensayos. Chizzo fue el único guitarrista en el que pensé cuando surgió lo de Aeroblus, no por el target que tiene, sino porque daba musical y espiritualmente. Además, ésta es una música especial y yo conozco cómo suena y siente cada músico su instrumento. Y cuando surgió lo del tributo enseguida se me apareció la imagen de Chizzo, porque Aeroblus es rock.
Rolando Castello Junior: –Para mí es como si estuviéramos lanzando el disco en vivo después de 33 años. Lamentablemente lo haremos sin nuestro querido Pappo... Pero hay algo que pasa mientras ensayamos, y es que su espíritu está presente.
–Medina, ¿por qué fue Chizzo el primero que se le apareció?
A. M.: –¿Y a quién podía llamar? A ver... (Piensa).
Chizzo (Interrumpe): –No digas nada, mejor (Risas).
A. M.: –Hablando en serio, todos quieren tocar en Aeroblus. ¿Quién no quiere tocar acá? Pero ésta es una banda de hard rock. Aeroblus es un viaje, y no cualquiera puede tener el estilo, la personalidad y la fuerza para estar acá. Yo valoro también la parte humana del músico. Está la parte musical y animal. Y Chizzo sabe lo que yo quiero para Aeroblus. Sabemos que él es un grande. Y yo sabía que si Chizzo no aceptaba, yo lo iba a hacer con mi banda, pero iba a ser otra cosa.
R. C. J.: –A Chizzo lo conozco hace una semana y puedo decir que ya somos hermanos de la música y del rock: además de un excelente guitarrista, es un tipo humano de primera y las canciones suenan muy bien con él; además está Claudio Rodríguez y juntos están haciendo un trabajo excelente con las guitarras. Y encima, Chizzo está cantando muy bien los temas que le tocó cantar. Pero no es sólo Chizzo el que está acá, todos los chicos de La Renga, los del equipo técnico y Tete, el bajista, nos están dando una mano enorme en la realización.
–Chizzo, ¿sorprendió el llamado?
Ch.: –Yo estoy muy agradecido, pero por qué estoy acá lo tiene que contestar Alejandro. A pesar de que la banda abarque un solo disco, lo más importante que dejó el grupo es que cualquiera que escuche el disco se pega un viaje por toda la galaxia. ¿Cuánto significó para la historia del rock nacional? No lo sé, pero para el tipo que la escuche, ahí está la obra, y va a significar lo que signifique. Ellos entregaron música que les salió del alma, sin pensar si la crítica les iba a dar más o menos renglones en un diccionario. Fue un vuelo con la música y nada más.
A. M.: –Chizzo es un artista, un amigo, y tiene el fuego sagrado que necesita un guitarrista para tocar estas canciones; porque él, con La Renga, toca para 100 mil personas y se enganchó con esto, tiene que venir hasta acá desde lejos y lo hace sin problema. Sólo un guitarrista como él puede hacerlo. La simpleza que tiene como persona se potencia con lo que tenemos nosotros.
–Cuando apareció el único disco de la banda, algunos sectores de la prensa criticaron duramente ese proyecto...
A. M.: –Es que era la época de los blandos (risas). Lo desconocido siempre es mal criticado.
Ch.: – Uno va más allá de las críticas. Siempre habrá gente a la que no le va a gustar y a otra que sí. Para algunos va a ser lo máximo, para otros no. Yo no me baso mucho en lo que diga la crítica. Además, esto no sé si es un homenaje, acá pasa por tocar otra vez la obra completa de la banda, es un tributo, es como juntar las generaciones. El recital de esta noche va a ser un encuentro de diferentes generaciones. Y además, el tiempo le dio la razón a la banda. Porque Aeroblus es una banda de rock pesado. Se juntaron tres bestias, tres monstruos. Era el trío perfecto.
R. C. J.: –Yo guardo buenos recuerdos pero que tienen que ver con la música que hacíamos, y la amistad entre nosotros. Estaba la dictadura y era un bajón vivir en esta bella ciudad, con la ley de hinchar las pelotas todos los días. Era una pesadilla vivir acá entonces. Aunque el pueblo era fantástico y la ciudad increíble, era un bajón el día a día. Una mierda: ¡Qué bueno que se fueron, y que no vuelvan jamás!
–Este es un encuentro de diferentes generaciones, ¿qué significó la banda para cada uno de ustedes?
A. M.: –Yo hace varios años que vengo tocando, y estuve en varios lugares. A mí me gusta mucho volver siempre a La Pesada, a Pappo’s Blues, a Manal y a Aeroblus. Mi propuesta siempre fue volver a tocar esas canciones en vivo. Pero mi idea es hacer todas esas canciones, pero hacerlas bien. Y, de alguna manera, agradecer a todo el público que lo puedo seguir haciendo. Por eso Aeroblus es tan importante para mí.
Ch.: –Para mí era una banda donde se habían juntado tres monstruos, tres músicos de mucha personalidad, mucha energía y que congeniaron en hacer ese disco como un rock muy loco, porque en el disco había de todo: temas instrumentales y con mucha garra. Aeroblus tenía eso, que cuando cualquier persona lo escucha, se da cuenta de que no pierde esa crudeza particular del rock. Es un disco que también tiene mucha sensibilidad, con letras muy voladas. Un libro abierto que te enseña todo el tiempo.
R. C. J.: –Para mí es un marco, un punto importantísimo de mi carrera, un gran momento en todos los niveles. Yo siento mucho orgullo de haber formado parte de Aeroblus. Además porque sé que para mucha gente y para muchos músicos jóvenes somos una referencia importante. Además el disco, treinta y tantos años después, suena de puta madre de lo bueno que está.
–¿ Pappo le hubiera dado el visto bueno a este tributo?
A. M.: –Sí, seguro que sí. Las cosas pintan. Me parece que esta música estaba comprimida, estaba esperando el momento indicado para explotar. Hay que recordar que es una banda argentina del año ’76, importantísima para el rock de acá. Está el espíritu de Pappo presente, el mismo que trae la música y la onda que tenemos entre nosotros cuando tocamos las canciones.
Ch.: –Si hubiera estado acá, estaría tocando él. No se trata de ocupar el lugar que tenía en la banda. Este es un homenaje a aquella súper banda que se formó en aquel momento. Hay que tener en cuenta que además ésa era una época muy jodida. El rock estaba mal visto, no era fácil salir a tocar.
Crédito fotográfico: Pablo Piovano
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