miércoles, 4 de enero de 2012

"El sistema se ríe de mí"


El año pasado fui al departamento de Miguel Zavaleta en el barrio del Abasto. Hablamos casi dos horas. Me contó de "No lo sé, suerte, quizás", su último disco. Rescaté algunas de sus frases, aprovechando que el viernes 13 tocará en Vuela el pez, a las 21, Av. Córdoba 4379, Palermo. Aquí va la primera parte. 

Lo que nace de mi alma es más setentoso. Pero ha cambiado tanto la música que lo mío parece música de Marte. De cualquier manera, me sorprende cómo quedaron mis canciones en mi último disco. No es para avergonzarse. La década de los ochenta fue maravillosa. A mí el pasado no me sirve de mucho, pero me alegra haber formado parte de un momento determinado en la historia del rock argentino. Era una época donde podías ir a ver, por fin de semana, 50 espectáculos de rock. Había 50 shows que valían la pena. No sé si en España pasaba algo así, en ningún lugar. Yo lo que sí sé es que ahora se busca otra cosa, algo distinto. El músico verdadero, a la hora de componer, debe olvidarse del público.
A la hora de componer, me imagino un gusto que no es el mío. Sé que el fantasma del público hay que eliminarlo de la cabeza. Porque terminás haciendo lo que no te gusta a vos.
Cuando un disco fue grabado entre los problemas, lo ponés y te acordás de todo eso. Me pasa cuando me acuerdo de la grabación de “Sueter 5”. Fue raro. Porque fue la época en que explotó el grunge, el trash, y ese disco era todo lo contrario. No estaba el horno para bollos. Y ahora no lo sé, pero lo estoy haciendo. A mí en España me ofrecieron cantar salsa. Algo loco.
Está claro que la nueva generación busca llamar la atención. Busca el shock, busca llamar la atención. Surgí como músico en una época que lo que buscaba no era hacer la mejor canción mas hermosa posible, sino la canción mas violenta de todas. Porque debo reconocer que todo va acorde con los tiempos. Igual yo sé que ahora no voy a hacer nada para llamar la atención. Además, estoy grande. Ya no tengo 20 años. El paradigma va cambiando. Y cambia de golpe. Según dicen los musicalizadores, no se pueden rescatar tres horas de música argentina, de los 90 para acá.
Confío mucho en este disco. Hay muchos artistas que se sostienen por lo que son, y no por lo que producen. Yo soy lo contrario. Tengo claro quién soy. Para mí que lo escuche una persona ya es un triunfo.
Todo empezó cuando me pregunté ¿qué es lo que me interesa de la música? A mí me interesa que conozcan mi música y tocar. Los empresarios están en esto para ganar plata. Ha cambiado tanto el mundo de la música… No es culpa de ellos. El mundo discográfico ha quebrado. Lo que yo quiero ahora es tocar, lo necesito, quiero que oigan mi música los que quieran escucharla. No necesito miles de personas enloquecidas por la música que hago. No. Sólo necesito que me dejen unos mensajes divinos en la página oficial, que se emocionen.
El sistema se ríe de mí y de todos. A muy poca gente le preocupa la belleza, pero no sé, yo no pido plata por mi disco. Porque sé que si hubiera puesto el disco a bajar por diez centavos, mucha gente no lo hubiera descargado. Pero ése, que lo baja porque es totalmente gratis, le gusta y puede ser posible que escuche lo que hice. O sea, la vida te va llevando a los lugares más insólitos que nunca te habías imaginado. Alguien lo va a bajar porque solo es gratis, y ese se lo va a pasar a otro. Y así va a sonar.  Me lo apunto como un éxito propio. Sé que esto lo hicieron varios, no soy revolucionario al poner este disco en Internet y gratis. Estoy tratando de adaptarme a una época. Adaptarme en la parte comercial, pero en la artística sigo haciendo el mismo trabajo que hacía antes.
Soy tronco y vago para escribir en la pagina Internet. A mí me gusta escribir, plasmar conceptos, editar. Antes había una chica que me escribía lo que le dictaba, pero la volví loca. Ahora lo hago yo, y estoy horas y horas para pensar una frase.
Sigo escuchando este disco y me sigue gustando. Lo oigo y lo oigo y me gusta. Eso no es joda. Yo en Sueter había grabado siempre, pero sin saber casi nada de piano y de ningún instrumento. Después de Sueter me puse a estudiar piano. Y me estaba perdiendo algo, me estaba perdiendo ser músico. En aquella época apenas sabía componer, pero ahora estoy a otro nivel, aunque el nivel no es importante. Pero adentro mío, para mi satisfacción, quería saber. Es algo fuerte escuchar algo tuyo y dudar de que eso lo hiciste vos mismo, es una sensación que tengo ahora, después de estar practicando y aprendiendo durante más de diez años.
Mi generación está acá, la otra mitad está afuera. Este país expulsó mucha gente. Gente que extrañamos, gente decisiva para algunas cosas.
Viví en el campo mucho tiempo y cambié mi casa por este quilombo, frente al shopping Abasto. 

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