Nota publicada hoy en la sección Cultura & Espectáculos del diario Página/12
La primera presentación en la Argentina de Nando Reis e Os Infernais es una muy buena noticia, porque refrenda el hecho de que en lo que va del 2010 muchos artistas brasileños hayan visitado el país para presentar diversas historias musicales sobre un escenario. Durante el año fueron de la partida Caetano Veloso, Do Amor, Cidade Negra, Autoramas, Lucas Santtana y Zeca Baleiro, entre otros. Y los recitales que hoy y mañana (a las 21.30) brindará el ex bajista y fundador de Os Titàs en Notorius, Callao 966, además de saldar una cuenta pendiente con el público amante de la música brasileña, es una oportunidad perfecta para conocer el costado rockero del país vecino. En el caso de Reis, Drês, el último eslabón de su tupida carrera discográfica, es la excusa para volver a un país que no visita desde hace quince años, cuando tocó de invitado en un recital de Paralamas. “Llegué ayer y todavía no vi nada”, confiesa de entrada. “Está muy bueno venir a la Argentina porque siento que es empezar de nuevo. Voy a tocar para poca gente, algo que en Brasil no pasa. Es muy importante no quedarme fijo en donde estoy. No quiero quedarme quieto y pensar que soy un rock star”, afirma el cantante y líder de Os Infernais, la banda que lo acompaña desde hace casi ocho años. El arribo de este artista fundamental en el devenir histórico de la música del Brasil es la oportunidad para escuchar un repertorio único e inimitable, un repertorio que él denomina como un “universo”.
–¿Por qué tardó tanto en volver a la Argentina?
Nando Reis: –Es una pregunta que tendrían que hacerse los argentinos, porque aun cuando estaba con Os Titàs, nuestra carrera nunca había sido fuerte fuera de Brasil. Esa banda nunca fue interesante fuera de nuestro país. Siempre pensé que el idioma era una barrera en el resto de América latina para la banda, pero tampoco nosotros hicimos un esfuerzo para romper con eso. Ahora se van a cumplir ocho años de la separación del grupo y yo necesité de mucho tiempo para consolidar mi carrera solista en mi país. Allí hay una especie de preconcepto con los artistas de rock. Pero también tardé en venir porque hasta hoy no había recibido ninguna propuesta seria.
–¿Por qué existe ese preconcepto?
N. R.: –La música brasileña siempre fue productora de sonidos como la bossa nova, la samba y algunos géneros más. Por eso siempre existió un preconcepto para con los que hacían y hacen rock.
–Y fuera de su país, ¿cree que no le dieron la importancia que merece una trayectoria como la suya?
N. R.: –La verdad es que a veces no sé muy bien qué es lo que pasa conmigo fuera de Brasil. Recuerdo que hace unos años fui a tocar a Portugal y no había pasado nada. En Portugal, como en Brasil, existe un circuito cerrado. En mi país tengo una estructura, mi banda, y necesito dar trabajo a mí y a mis compañeros. Por eso nuestros recitales están concentrados allí.
–Los discos de su etapa solista, como también con la de su grupo anterior, parecen estar más influidos por un estilo extranjero que por el folklore brasileño.
N. R.: –En lo que hago, la música brasileña no está presente implícitamente en la sonoridad. Mi música es una combinación de varios elementos, de varias sonoridades. Soy muy admirador de la música de los ’60 y ’90, pero no necesariamente mi música tiene que ver con eso que escucho. Ese es mi objetivo: que también esas influencias se escuchen en las canciones, pero de una manera sutil.
–Drês, el disco que presenta esta noche, parece acentuar su costado más rockero.
N. R.: –Exacto. Es que este disco lo produje con Carlos Pontual (guitarrista de Os Infernais) y tiene un sonido de banda en vivo. Con él decidimos privilegiar el sonido de las guitarras, sean acústicas o eléctricas. No creo que sea un álbum rockero, pero sí tiene mucha presencia de guitarras eléctricas. Son detalles, características de las composiciones que nos permitieron ir por ese camino. Mi música acepta errores. Es muy gracioso cuando la gente, por la calle, me dice que hice un disco de rock, cuando durante veinte años toqué esa música. De todos modos, lo entiendo, porque muchas de mis canciones se hicieron famosas a través de cantoras y eso hizo que mucha gente se sorprendiera con este disco.
–¿Podría confesar cuál es la idea que atraviesa el disco?
N. R.: –Drês es una palabra inventada, un juego de palabras entre “Tres” y “Dri” (así llamaba a su novia Adriana). Estaba muy enamorado y empecé a componer. Antes de grabar ya tenía compuestas catorce canciones y, originalmente, este disco iba a ser para ella. Pero después me separé (risas). Y todo tuvo que cambiar. Y aunque en ese momento entraron otras canciones, quería mantener la idea del disco conceptual. Quedaron algunas de las que tenía antes de entrar a grabar. Y si bien la obra terminó siendo otra cosa, creo que mantiene el espíritu de la primera idea.
–A veces, en la Argentina se habla muy bien sobre los avances de las políticas culturales del Brasil. Como hombre de la cultura brasileña, ¿qué opinión tiene al respecto?
N. R.: –Yo nunca recibí un centavo (risas). En Brasil hay muchos artistas que están representados por empresas privadas como Petrobras. Pero para mí es diferente: cada centavo que gano es por venta de discos o por recitales, nada más que por eso. No recibo el apoyo de nadie, salvo el de la gente que tengo alrededor, pero disfruto de esta autonomía. Puedo darme el gusto de tocar en un pueblo pequeño, en todos los lugares que pueda del interior. Y me adapto si no hay un buen sonido ni las mejores luces; porque, para mí, lo más importante es llegar a todos los lugares que pueda. Lo que sí hay de bueno con respecto a la cultura es que los pueblos chicos también pueden disfrutar de artistas grandes, que no irían si no existiera un apoyo.
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